La proliferación del uso de las plataformas de comunicación social (Facebook, Instagram, TikTok…) entre colectivos de todas las edades está sirviendo como plataforma para que se produzca una nueva forma de violencia. Estamos hablando de la violencia de género digital.
Vamos a ver la importancia de contar con un perito informático para ayudar a esclarecer los hechos de violencia de género digital, y cómo sus averiguaciones pueden evitar que los culpables de estos delitos sigan actuando con plena libertad.
Qué es la violencia de género digital
Se entiende por violencia de género digital a las agresiones psicológicas que tienen lugar por medios digitales y que presentan un sesgo de sexo indistinto.
Estas agresiones se suelen traducir en chantajes y acosos, por parte de una expareja o por cualquier otra persona interesada en algo de la víctima:
- Favores sexuales
- Sumisión
- Obediencia
- Presión para volver a retomar una relación sentimental ya finalizada.
Los ciberacosadores suelen usar las mencionadas plataformas digitales para acercarse a sus víctimas, dando igual si mantienen o no una relación de cualquier tipo. Es muy normal que traten de sustraer información confidencial de la víctima y luego la utilicen para chantajearla.
Es frecuente que, tras una ruptura sentimental, la expareja utilice las redes sociales para volver a contactar con la víctima y chantajearla recurrentemente, por ejemplo, amenazando con publicar o difundir fotos íntimas suyas.
No hemos de olvidar que estas situaciones también ocurren en el seno de parejas que ya mantienen una relación sentimental. Cuando esto sucede, se produce un desequilibrio del status quo en la relación, adoptando el infractor una postura claramente dominante sobre la víctima.
Tales prácticas constituyen una forma de limitación de la libertad que genera relaciones desiguales entre hombres y mujeres que mantienen o han mantenido una relación afectiva en el pasado. Las personas suelen verse acosadas por sus parejas o exparejas mediante interacciones abusivas en redes sociales o mediante mensajes acosadores por WhatsApp, por ejemplo.
Estas prácticas constituyen un abuso de poder que ejerce el acosador contra su víctima, catalogadas por el Ministerio de Sanidad en diez posibles situaciones:
- Acosar a través del teléfono móvil.
- Interferir a través de Internet en sus relaciones con terceros.
- Espiar el móvil de la otra persona.
- Controlar o espiar las fotos que sube a las redes sociales.
- Controlar o espiar las publicaciones o interacciones en RRSS.
- Espiar mediante tecnologías de geolocalización.
- Forzar al envío de imágenes íntimas.
- Obligar a compartir credenciales personales de acceso.
- Obligar a revelar el contenido de conversaciones con otras personas.
- Mostrar enfado visible y reiterado porque no se le haya respondido a un mensaje.
El peritaje en casos de violencia de género digital
El mayor reto al que se enfrentan las víctimas de violencia de género digital es probar los hechos y demostrar que estos responden a una conducta de acoso y chantaje por parte del infractor.
A pesar de la progresiva concienciación de la sociedad sobre la existencia de estos delitos, no siempre resulta fácil conseguir que los tribunales enjuicien estos casos precisamente por la dificultad de probar la intencionalidad del acosador.
Adicionalmente, muchas veces las propias víctimas no son conscientes del alcance de las actuaciones de los agresores. Tienden a confundirlas de celos, exculpando o no denunciando a los infractores en la mayoría de las ocasiones.
El infractor también puede incurrir en un delito de hacking, por ejemplo, accediendo a las redes sociales de la víctima haciéndose pasar por ella.
En otras ocasiones, el infractor se dedica a sustraer información sensible de la víctima, como fotos íntimas o conversaciones privadas, con el fin de chantajearla para que se someta a su voluntad.
Lo cierto es que tales actuaciones derivan en el delito de descubrimiento y revelación de secretos en el ámbito de la pareja, tal como se recoge en el artículo 197.1 del Código Penal, tipificado como el acceso a datos y contenidos de cualquier tipo sin el consentimiento del titular de la información y con el fin de descubrir sus secretos o violar su intimidad.
En estos casos y otros muy diversos, es muy recomendable contar con la figura de un perito informático judicial que sea capaz de elaborar una prueba pericial informática que recoja en qué aspectos el infractor haya usurpado la identidad o haya vulnerado la intimidad de su víctima.
Las averiguaciones de un perito informático serán cruciales para que el Tribunal pueda identificar una conducta de violencia de género digital, bien para probarla, bien para exonerar a un sospechoso frente a una falsa denuncia.
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